¿Pero qué tipos hay? Tenemos la llovizna: es cuando el tamaño de gota es pequeño (menos de 0,5 mm de diámetro) dando la impresión de que las gotas flotan en vez de caer. Luego está el chubasco: se caracteriza por sobrevenir bruscamente y desaparecer de la misma forma y puede adoptar la forma de nieve, agua, granizo, etc. Otra es la lluvia: la común, que va de débil a moderada en intensidad, sin llegar a tormenta. También está la tormenta eléctrica: es la conexión entre dos o más masas de aire de diferentes temperaturas. Aumentando en intensidad viene el aguacero: es una lluvia torrencial, que puede causar estragos y suele ir acompañado de vientos de 25km/h o 40km/h hasta sobrepasar los 100km/h. Después viene el monzón: lluvia más intensa que el aguacero y que proviene de un viento estacional que se produce por el desplazamiento del cinturón ecuatorial. Y por último y más fuerte, la tromba marina o manga marina: es un embudo conteniendo un intenso vórtice o torbellino que ocurre sobre un cuerpo de agua, usualmente unido a una nube cumuliforme.
Por eso no nos sorprende que surjan productos para protegernos de este fenómeno tan común, querido y odiado a la vez. Tenemos desde fundas de paraguas, ponchos, paraguas de mil formas y tamaños e incluso en forma de rana, chubasqueros y por no hablar de complementos para el trabajo. Como fundas para objetos, por ejemplo para una cámara o un coche. También trajes para ir en moto o para realizar cualquier tarea al exterior. Son regalos de utilidad que no fallan, ya sea para un viaje o para el día a día.
En definitiva la lluvia es parte de nuestras vidas, ya que nos la proporciona. Porque sin ella no tendríamos flora y sin esta no habría fauna, y sin estas dos nosotros no existiríamos.
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